El Hotel el Curro ofrece un ambiente familiar, relajado y en plena naturaleza
La Sierra de Cazorla, Segura y las Villas es un precioso entorno que llevábamos mucho tiempo queriendo visitar. Aprovechando el puente de Todos los Santos en España, decidimos hacer una escapada para relajarnos y disfrutar de la naturaleza. Para dormir estuvimos mirando diferentes opciones en el pueblo y sus alrededores, y finalmente nos decantamos por apartarnos un poco del pueblo y sumergirnos en la Sierra. El Hotel el Curro, situado en Burunchel, cumplía a la perfección lo que buscábamos: un ambiente familiar, relajado y en plena naturaleza.
Al entrar al hotel observamos que tenía una decoración muy rural. En recepción conocimos a María del Mar y su madre, que desde el primer momento nos hicieron sentir parte de la casa y de su familia, ya que su prioridad era que nos encontráramos como en nuestro hogar. Para ello, antes de nada, nos enseñaron y explicaron el hotel, para que ningún rincón nos fuera extraño y la sensación fuera mayor.
El hotel, llevado con mucho cariño por María del Mar y su madre, tiene el tamaño perfecto para no sentirse agobiado y poder compartir la experiencia con gente nueva. El rincón que más nos gustó fue la sala de estar con la chimenea, perfecta para una siesta, leer un libro o charlar tranquilamente. Los pasillos me hicieron sentirme como si estuviera en la casa del pueblo con mis abuelos, con ese toque hogareño y cercano. Aunque a diferencia de la casa de mis abuelos, aquí se podía disfrutar de Wifi gratuito en cada rincón.
El viaje se había hecho un poco largo desde Madrid, pero nada mejor que una buena comida de campo para reponer las energías. No tenían abierto su gran salón-comedor con chimenea por no haber la gente suficiente, así que comimos en el salón de fuera. Acostumbrados al ritmo de la ciudad que poco te permite pararte a cocinar en condiciones, teníamos muchas ganas de probar sus platos auténticos de pueblo, guisados con el cariño que merece.
Nos pusieron varios platos para degustar. Como entrante no podía faltar el aceite de oliva virgen que ellos mismos producen y un foie de pato que ellos mismos hacen que estaba muy bueno. Empezamos con un lomo de orza, que nos explicaron que se fríe el lomo fresco del cerdo en su manteca con especias y se introduce en una orza de barro. Ahí se deja enfriar y se tapa en un lugar oscuro y fresco donde puede aguantar meses.
A continuación vino el plato estrella: el salmorejo con una bola de helado de aceite de albahaca en medio. Posiblemente uno de las mejores combinaciones que he probado con el salmorejo, y lo dice alguien con familia de Córdoba. Como último plato, y con el estómago bastante agradecido, nos pusieron un estofado de ciervo, cuya carne estaba muy suave y tierna. De postre unos roscos hechos artesanalmente por la abuela de María del Mar y un brownie casero con helado de crema de orujo. Sin duda una comida suculenta que nos dio energía para todo el día. Tras la comida tiempo para descansar y disfrutar de la habitación.
Las habitaciones son todas diferentes y cada una tiene una temática distinta, todas ellas rurales y clásicas. Tienen detalles como mecedoras, mesas camillas o sofás que me recordaron a las casas de mis abuelos, creando de base un ambiente positivo de añoranza. En la planta superior hay un ático con terraza, ideal para una escapada romántica viendo el atardecer.
Nuestra habitación nos sorprendió muy positivamente por su decoración, su amplitud y las vistas que teníamos desde la terraza. Estaba dividida en tres partes, un pequeño salón con una mecedora, sofá antiguo y mesa camilla, la cama (muy cómoda y con un tamaño suficiente para los dos) y quizá la parte que más le gustó a Abby: ¡una habitación vestidor! Aunque mi parte favorita sin duda fue el jacuzzi del baño donde el nivel de relajación alcanzó sus máximos.
Tras descansar un poco, María del Mar, como gran conocedora de su propio pueblo, nos explicó un sinfín de cosas que hacer, actividades y gente por la que preguntar para que se nos hiciera la visita más auténtica. Lo hace con cada cliente, al que le prepara una lista personalizada con las actividades que más le interesan. Como podréis imaginar y veremos en otros artículos, la cantidad de cosas que hacer en la Sierra son infinitas (turismo activo, visitar pueblos o naturaleza, entre otros).
Además del almuerzo también tuvimos la ocasión de desayunar en el hotel. Nos gusta el desayuno mediterráneo tradicional, así que nos pedimos unas tostadas de pan de leña, con tomate y aceite de oliva virgen extra propio de ellos. Todo esto acompañado de un café y un zumo de naranja. Un desayuno a la altura donde el hotel había puesto el listón con el resto de elementos. Una advertencia es que las tostadas de pan son muy grandes, así que podéis pedir media si no coméis mucho.
Nuestra estancia allí fue perfecta, pero sobre todo lo fue porque ellos lo quieren así para sus clientes. Saben que el trato familiar es la clave de ese negocio y lo cuidan al máximo, sin ningún esfuerzo porque ellos ya son familiares de por sí. El precio de cada habitación por noche fue de 81€ por noche, un precio que para nosotros está más que pagado, y que está acorde a la media de la zona. Por todo lo comentado y nuestra encantadora experiencia, ruskomendamos el Hotel el Curro con 5 boquerones.