Visitar Benalmádena en invierno es una experiencia diferente, aunque sigue habiendo mucho turismo, se pueden apreciar mejor los encantos del pueblo.
Si la primera cosa que se te viene a la cabeza cuando escuchas las palabras “Costa del Sol” es un grupo de extranjeros de vacaciones, tendrás razón (pero sólo en parte). Pasamos un día de invierno en un pueblo de playa, Benalmádena, que está ubicado a unos 20 minutos del centro de Málaga y donde encontramos muchos turistas, expatriados y un parque público bastante sorprendente.
Para empezar la visita aparcamos el coche al lado del Castillo BilBil. El “Castillo” es un edificio con influencias árabes construido por una familia en 1927. Está construido de ladrillo rojo y servía como una especie de palacio frente al mar. Eventualmente, alrededor del año 1980, el ayuntamiento compró la propiedad y lo convirtió en un espacio cultural. No entramos al Castillo BilBil, pero a mí me pareció demasiado moderno como para tener algo de encanto para los visitantes. Aún así, las vistas de la playa eran preciosas en ese día soleado de invierno.
Seguimos andando por el paseo marítimo donde pasamos delante de muchos chiringuitos vendiendo pescado y con sus ofertas en las pintas de cerveza. No fue raro ver las terrazas llenas de mesas con turistas con la cara roja del sol, disfrutando de una pinta mientras contemplaban el mar. Nosotros también disfrutábamos del buen tiempo, pero mientras los turistas se vestían con ropa de verano, nosotros teníamos puesto los jerséis y chaquetones. Otra cosa que nos impresionó fueron los precios- si estás acostumbrado a pagar un menú en Madrid, casi todo parecería muy barato- menos de 10 euros en muchos sitios. Considerando el hecho de que estábamos andando al lado del mar, nos pareció muy barato. Decidimos buscar un poco más, con el fin de encontrar un sitio donde comer y acabamos comiendo en un bar de toda la vida unas calles más hacia el pueblo. No fue nada especial, pero tenía un buen menú por un buen precio.
Después de comer fuimos hacia el Puerto, que estaba al otro lado del paseo marítimo. Pudimos ver muchos yates y barcos que parecían muy caros aparcados en el puerto, junto con unos pisos que también tenían pinta de ser caros de alquilar. Era una tarde preciosa y mucha gente estaba allí dando un paseo y disfrutando del tiempo. Es una lástima que la zona esté tan comercializada. Me recordó a Puerto Banús, otro sitio de la Costa del Sol famoso por los turistas que vienen a gastar su dinero y cenar en los restaurantes de lujo. Aunque el comercio le roba un poco de su belleza, el puerto tiene unas vistas preciosas de las montañas y el mar.
Antes de irnos de Benalmádena, queríamos hacer una última parada: El Parque de la Paloma. Este parque es famoso por tener muchos animales libres. Cuando entramos por la puerta, me recordó bastante a la zona de barcos y el “boathouse” de Central Park. Tenían un puesto para alquilar bicicletas y una cafetería para merendar. Empezamos a caminar por la periferia del lago y me sorprendió un montón ver gallinas andando sueltas. No sabía que el parque era tan especial cuando llegamos, pero no tardé en darme cuenta de que en este parque era muy normal ver tanto gallinas como otros animales andando por las sendas en una especie de zoo surrealista.
Entre los otros animales que vimos, estaban los conejos, un pavo real, cisnes y varios tipos de gallinas y patos. Era muy gracioso ver a todo el mundo (nosotros incluidos) corriendo tras los pavos reales para sacarle una foto como si fuera una estrella de cine famosa. También me sorprendí al ver que los animales estaban muy acostumbrados a estar cerca de la gente. En Pennsylvania lo mismo pasa con las ardillas porque saben por experiencia que los seres humanos no les van a hacer daño.
Como estábamos en invierno, el sol ya empezaba a ponerse y decidimos volver a casa. Era un día sacado de un cuadro, y por muy turístico que fuera, las playas parecían espectaculares con su arena blanca y los chiringuitos vendiendo comida junto a la playa. Si tenéis coche muy cerca merece la pena visitar el Castillo de Colomares que es espectacular. Ruskomendamos una visita a Benalmádena con 4 boquerones (y no os perdáis los animales en el Parque de la Paloma, ¡es un parque realmente único!)
Si vuelves por aquí, entra a ver el Bil Bil, son 5 minutos y es hermoso por dentro. Y si estáis en coche, suban al pueblo, callecitas hermosas y vistas espectaculares.
Precioso post! Aunque soy poco objetiva, porque Benalmádena es uno de mis pueblos favoritos de la provincia y siempre que puedo me escapo a dar un paseo por el Bil-Bil o el Parque de la Paloma. Eso sí, es imperdonable que no haya visitado aún el Castillo de Colomares. Me lo apunto para el próximo finde! 😉
Saludos! 🙂