Un fin de semana puede no ser suficiente para saborear bien todo lo que hay qué ver en Ávila. Aún así nos gustó tanto, ¡qué ya tenemos la excusa para volver!
Durante la época que estuvimos viviendo en Madrid, aprovechamos para conocer los bonitos paisajes que se encuentran a pocas horas de distancia de la capital. Así, durante unos de los fines de semana, por su cercanía con Madrid y lo interesante que es Castilla y León decidimos poner rumbo a Ávila para conocerla mejor. Tengo que admitir que cuando dicen que esta ciudad está sacada de un cuento no se quedan cortos porque es la sensación que se percibe nada más llegar allí. Muchas veces admiramos y buscamos cosas en el extranjero que tenemos a la vuelta de la esquina en España.
Nada más entrar a la ciudad amurallada, nos dirigimos al hotel para dejar las cosas y empezar a ver la ciudad. Ya atravesando la ciudad para llegar al hotel descubrimos unas vistas maravillosas. A partir de este momento estábamos listos para patear la ciudad. Era la hora de comer y la mejor opción es hacerlo pasando luego la tarde en Ávila. Comimos de lujo en el centro, aunque luego hablaremos de nuestras experiencias gastronómicas. Estómago lleno, pies listos, ¡comenzaba nuestra tarde cultural!
Comenzamos, cómo no, contemplando una auténtica obra maestra como es la Muralla de Ávila. No pudimos resistir la tentación y entramos para verla desde arriba. Es impresionante la sensación que te da pensar en que algún día sirvió para defender la ciudad y para separar la gente de bien de la gente «normal». Cuando uno escucha estas leyendas se puede imaginar cómo sería tiempo atrás vivir entre dos mundos, dependiendo de la clase social que te hubiera tocado. A veces, dejarse llevar por el momento en determinado escenarios te puede hacer volar la imaginación.
Tras esto, una de las visitas obligadas en Ávila es subir a Los Cuatro Postes para tener una panorámica impresionante de Ávila con la Muralla de fondo. Dicen que si vas con tu pareja a este rincón de la ciudad, es obligatorio besarse para perpetuar el romance hasta el infinito. Nosotros, por si acaso la leyenda es cierta y como tampoco nos importa hacerlo (menos mal jeje), cumplimos con la tradición. Nos tomamos un rato para sentarnos y ver la ciudad a nuestros pies. ¡Una auténtica maravilla!
El siguiente punto de encuentro obligado es el Convento de Santa Teresa. Además de ser muy bonito, te sorprenderá que tiene expuesto, entre otras muchas reliquias, el dedo anular de la Santa. Fue construido en el siglo XVII y fue su lugar de nacimiento. De la parte interior me encantó la capilla de Santa Teresa, que coincide con donde los padres vivían. También la pequeña huerta donde la Santa hacía sus ermitas. Un lugar lleno de simbolismo, historia y piezas de mucho valor.
El día siguiente lo empezamos viendo la Basílica de San Vicente, que es un gran ejemplo del románico en Ávila. También visitamos la Iglesia de San Pedro y por supuesto la Catedral. Sinceramente la Catedral es una maravilla, con unas tallas y un retablo espectacular. A la entrada hay un cronograma histórico que refleja toda la Historia de la Religión de manera muy precisa; la verdad una obra bastante interesante.
Una escena muy emotiva y curiosa fue en la Plaza del Mercado Grande, al lado de la Iglesia de San Pedro. Allí nos encontramos a padres y niño (casi más motivados los padres), intercambiando cromos. En mi época solo se podía hacer en el colegio o con tus amigos (al menos en mi caso), ¡y me hubiera encantado encontrar un lugar así!
¿Qué gastronomía probamos en Ávila?
Hemos de decir que todos los sitios donde acabamos fue gracias a que preguntamos a un amigo nuestro de Ávila, así que las recomendaciones que os damos son locales. No pondremos los nombres de los restaurantes porque ya fue hace tiempo y es posible que no sean un reflejo de nuestra experiencia. Por eso vamos a lo práctico que fue lo que comimos.
El plato estrella entre los que probamos fue sin duda el potaje con judías de El barco. Este plato está hecho con toda la intención y casi nos dejó listos para todo el viaje. El último día nos comimos un buen entrecot con patatas revolconas, para llenar bien el estómago antes de volver.
Después de tanta caminata por la ciudad, nada mejor que tomar un café con unas yemas de Ávila (distintas a las Yemas de Santa Teresa que son demasiado azucaradas para mi gusto). Esto lo podréis disfrutar en cualquier pastelería de la ciudad o cafetería. Mi amigo nos llevó antes de partir a una cafetería muy interesante. Se llama Delicatessen y simula una ciudad antigua con su rebotica, su mecánico, su administración de loterías y que está muy conseguida. Una cosa muy divertida es que en una de las salas tiene muebles en el techo.
¿Dónde alojarse en Ávila?
Nuestra experiencia fue en el hotel que estaba en la zona de NaturÁvila, una zona pensada para escapar del bullicio y el ajetreo y adentrarte en la naturaleza, pero a escasos minutos de la ciudad si has venido en coche. Si por el contrario viajas a Ávila en autobús o tren, entonces quizá sea interesante otra opción. Si quieres algo más céntrico tienes otras muchas opciones donde alojarte en Ávila.
Hay mucho más qué ver en Ávila habiéndose convertido para nosotros es una ciudad digna de visitar una y otra vez. Además de por su patrimonio también dado su fácil acceso y la facilidad con la que se puede caminar. Ruskomendamos una visita a Ávila con 5 boquerones, estamos seguros de que os quedaréis tan sorprendidos como nosotros con su historia, sus monumentos y sus rincones.