¿Alguna vez has pensado sobre nuestros antepasados? Esta es nuestra experiencia con “familiares” de millones de años en el Yacimiento de Atapuerca Burgos.
Burgos es bien conocida por dos cosas: la Catedral y su morcilla de arroz. Lo que no sabe mucha gente es que también se encuentra uno de los yacimientos arqueológicos más importantes para la evolución humana de toda Europa. En la localidad cercana de Atapuerca, los arqueólogos han encontrado cuevas con restos de los pre-neandertales de hace 1,4 millones de años. Es un campo fascinante que abarca más que solamente la historia y llega a la esencia de lo que significa ser humano y las formas en que interactuamos con el mundo. Así que cuando nos invitaron a participar en una visita guiada al Yacimiento de Atapuerca, el CAREX y el Museo de la Evolución Humana, no lo pensamos dos veces.
Nuestro día empezó un poco antes del mediodía en el Museo de la Evolución Humana en el centro de Burgos. El edificio es en realidad enorme, así que rodeamos casi todo el perímetro antes de encontrar la puerta principal. Cuando llegamos nos dijeron que nuestro guía nos encontraría en una esquina con un cartelito que ponía “Lanzadera Atapuerca” a las 11:45h. Teníamos unos 10 minutos para usar el servicio y mirar la exposición temporal en la planta baja.
Cuando llegó la guía, nos explicó con entusiasmo que el autobús no llevaría primero al Yacimiento arqueológico de Atapuerca, luego habría un descanso para comer en un pueblo cercano y acto seguido visitaríamos el CAREX (Centro de Arqueología Experimental). Tras el viaje llegaríamos al museo sobre las 18h, lo cual nos daría unas dos horas para explorar las exposiciones. No os voy a mentir, sonaba a muchas horas y no sabía si me interesaba tanto la arqueología como para disfrutar durante tanto tiempo. Spoiler: Apuramos hasta el último momento en el museo – ¡fue así de fascinante!)
Formamos parte de un grupo de unas 30 personas y caminamos hasta el autobús con la guía, Ángela, que era miembro del equipo que trabajaba en la investigación del Yacimiento de Atapuerca cada año. En el autobús nos explicó que había unos restaurantes en el pueblo donde podríamos hacer una reserva para la comida (si no, la otra opción era hacer un picnic y comprar un bocadillo en una tienda/panadería que había en la calle principal.) Pedro y yo decidimos que preferimos hacer picnic, así que nos relajamos para disfrutar del paisaje mientras salimos de Burgos y entramos en el campo. En apenas 15 minutos llegamos al Yacimiento de Atapuerca.
Al salir del autobús, Ángela nos contó que tendríamos que ponernos un casco protector y una redecilla para el pelo que nos protegería de los “gérmenes del miedo.” Estaba muy a favor de protegerme de los “gérmenes de miedo” así que, como diría Barney en la serie “Cómo conocí a vuestra madre,” “Ponte el traje.” Le seguimos por el sendero que existe gracias a un proyecto de ferrocarril de 1895. Según cuenta la historia, un inglés llamado Richard Preece planeó su proyecto de ferrocarril para esta zona de montañas para poder aprovechar las piedras valiosas de la zona, para así transportarlas y venderlas luego. Lo que no sabía era que debajo de todas esas piedras, se encontraba uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de toda Europa. Ahora se llama “La Trinchera” y a lo largo de un kilómetro hay tres sitios para excavar: la Sima del Elefante, La Galería y la Gran Dolina. Ángela nos llevó a pasear por cada uno y nos explicó lo que han aprendido hasta la fecha en cada cual.
Lo que más me intrigaba era que tenían evidencia de que hubiera comunidad en ese entonces. Encontraron un cráneo de un hombre que le llaman “Miguelón.” Por lo visto tuvo un problema grave en un diente, que se le infectó hasta el punto de empujar y cambiar el hueso alrededor del diente afectado. Dicen que murió por infección en la sangre, pero lo que sorprende es que si el diente estaba tan mal, no habría tenido forma de sobrevivir los siete meses que tardó la modificación del hueso sin comer. En ese momento la comida era difícil de masticar (carne cruda, nueces, etc) así que la única forma de sobrevivir habría sido con la ayuda de la tribu – habrían hecho lo mismo que los pájaros con sus bebés, masticando la comida y dándosela como una “papilla.” Suena un poco asqueroso, pero es el concepto de comunidad hace tanto tiempo, lo que me parece impresionante.
También encontraron otros restos que prueban la teoría de comunidad. Por ejemplo una niña que nació con las placas del cráneo fusionadas (por lo visto esto puede pasar hoy en día pero hay una operación para arreglarlo.) En este caso, la niña murió con ocho años. En otro caso había un hombre que tenía unos 60 años (un anciano en esa época) y fue evidente que no podía cazar o contribuir mucho a la tribu, así que lo cuidaron sin más.
También idearon un sistema donde había una cueva en la que atrapaban los animales más grandes (como los caballos, aunque en esa época también existían rinocerontes en la zona). Los cazadores entraban con un cuchillo hecho de piedras para poder cortar y coger las piernas del animal, llevádoselo antes de que pudiera venir otro animal como un león de monte para robarlo. La guía nos dijo que esto sería el primer “supermercado” del mundo. ¡Jaja! Está claro que no sobreviviría mucho como mujer neandertal; no me puedo imaginar luchando para mi comida con un león de monte u otra bestia.
Cuando acabamos la visita a la Trinchera, el autobús nos dejó en el pequeño pueblo de Ibeas de Juarros. Cuando digo que es un pueblo pequeño, no exagero. Me refiero a uno de esos sitios en que pasas con el coche y en cinco segundos ya estás saliendo del pueblo. Pedro y yo compramos un bocadillo y nos lo comimos en el parque. Pasamos el resto del tiempo explorando el pueblo un poquito. Resulta que es la zona donde vienen a “lavar” los artefactos que encuentran en las excavaciones durante el verano. Lo que más me gustó del pueblo fue una casa pintada con corazones multicolores sin razón aparente.
Por la tarde el autobús nos recogió y seguimos el camino hasta el CAREX. Aquí Ángela nos explicó sobre cómo hacían las herramientas en los tiempos pre-neandertal, a cazar con diferentes armas y hasta nos enseñó cómo hacer un fuego sin cerillas. Si vas con niños es una parada muy interesante ya que es bastante interactiva. Fue impresionante y nos ayudó a tener un poco de contexto para nuestra siguiente visita el Museo.
De vuelta en el Museo de la Evolución en Burgos nos encontramos con otra guía que nos iba a dar la visita guiada del museo mismo. Al igual que Ángela, ella había participado en las excavaciones y mientras que estábamos cansados del día en el sol; ella fue tan apasionada con el tema de la arqueología y el Yacimiento de Atapuerca que “se nos pasó volando”. Dos horas con ella y no notamos el paso del tiempo.
La planta baja del edificio enorme está dedicada a los artefactos que han encontrado en las cuevas de Atapuerca. Vimos los huesos reales que Ángela había mencionado esa mañana junto con otros artefactos, herramientas y restos de animales del yacimiento. Asombra ver estos artefactos de cerca y realmente apreciar cómo tenía que haber sido encontrarlos por primera vez. Según subimos a la próxima planta del museo había una exposición fascinante de la evolución del ser humano con esculturas de tamaño real para ver cómo cambió con cada paso.
Preguntamos mucho y nuestra guía estuvo encantada de contestarnos con ojos brillantes y no tardó en dirigir nuestra atención a cualquier imágen o exposición que nos pudiera ayudar a entender el puzzle de la historia que empezaba a cobrar sentido para nosotros. Tuvimos que darnos prisa para ver las otras plantas del museo ya que quedaba poco tiempo. Había exposiciones interactivas y artísticas sobre la evolución. En una de las plantas entramos dentro de la visión de un artista del cerebro humano, un laberinto de alambres y luces parpadeando. Quizás no era lo más acertado científicamente pero llamaba mucho la atención en mitad del museo.
Como he dicho antes, cerramos el museo tras casi ocho horas aprendiendo sobre la evolución humana y nuestros ancestros lejanos. ¿Qué nos hemos llevado de la experiencia? Que no somos tan diferentes a esos ancestros y que es increíble que hayamos podido sobrevivir tantos millones de años. Bueno eso y el hecho de que Pedro, y todos los europeos, tienen una pequeña parte de sangre neandertal…aunque tendríamos que hacernos una prueba genética para saber cuánto, ¡Jaja! Ruskomendamos una visita al Museo de la Evolución Humana y el Yacimiento de Atapuerca con un Boquerón de Oro porque ha sido uno de los días más interesantes que hemos disfrutado en mucho tiempo. Merece la pena y el precio es MUY razonable además de tener guías estupendos. ¡Una visita que no te puedes perder si te encuentras en Burgos!