Maravilloso recorrer este rincón mágico de la costa gallega donde la belleza arrebatadora del océano se funde con su paisaje siempre verde, una cultura milenaria y la calidad de sus mariscos.
Salimos de Santiago de Compostela hacía A Coruña un domingo soleado de agosto. Fue el día perfecto para un paseo en coche por la costa gallega y ¡estábamos ilusionados por explorar algunos de los pueblos pequeños de los que tanto se habla! Nuestra primera parada fue Muros, lo cual técnicamente hablando, no es parte de la Costa da Morte, pero necesitábamos una parada para un café y para usar el servicio. ¡Además es un pueblo pesquero demasiado bonito para pasar por alto!
Mirador de Ézaro y la Fervenza Do Ézaro
Nuestra primera parada en la verdadera Costa da Morte fue el Mirador de Ézaro. Este mirador se encuentra en las alturas y tuvimos que seguir por una carretera sinuosa para disfrutar de las vistas. Se trata de un pico que se llama Cruz de Pao y que está a 273 metros por encima del nivel de mar. Desde arriba tienes unas vistas de 360º de la zona. Al oeste se ven las cataratas (la Fervenza de Ézaro; hablaremos de las cataratas en un minuto), hacía el norte tienes vistas del Cabo Fisterra y la boca de la Ría de Corcubión.
Cerca tienes el pequeño municipio de Ézaro y el océano Atlántico que se extiende hasta el horizonte. Hay un parking en el punto más alto del mirador o si tienes muchas ganas y te gusta el mundo del ciclismo, también hemos visto a un par de valientes subiendo la cuesta en bicicleta.
Tras ver las vistas desde arriba nos dirigimos hacía la base de la montaña de nuevo para visitar la Fervenza Do Ézaro (las cataratas). Esa fue la verdadera razón por la cual decidimos parar en Ézaro y tengo que admitir que dudaba un poco al acercarme a las cataratas, porque tienes que pasar por detrás de una planta de energía que utiliza el agua de la presa. Hay una pequeña escalera que tienes que bajar para llegar a una senda bien indicada que te lleva hasta las cataratas.
Había muchas familias disfrutando de un almuerzo de picnic o incluso un baño en el agua al final del camino. Era un lugar mágico y no esperado durante nuestra ruta por la costa de Galicia. Ojalá hubiéramos podido pasar más tiempo allí ¡porque hacía calor y un chapuzón en el agua apetecía mucho!
Corcubión
No muy lejos del Mirador de Ézaro se encuentra el pequeño pueblo de Corcubión. No teníamos previsto parar aquí, pero nuestra hija, Paula, empezaba a llorar y decidimos que ya era la hora de almorzar. Aparcamos el coche en el parking del muelle y buscamos un restaurante. Por suerte encontramos uno de los mejores sitios que probamos en todo el viaje: Mercamaris. Es una pequeña tienda de mariscos donde los dueños compran su producto directamente de los barcos pesqueros cada mañana. El comedor era pequeño y decorado con temática náutica. Pedimos pulpo, navajas a la plancha y una ensalada fresca de tomate y cebolla.
Mientras esperamos la comida nos traían pan de algas y cangrejo junto con nuestras cervezas frías. Había otras familias comiendo, pero todo el mundo era español y se veía que era un lugar donde la gente repetía muchas veces. Empezamos a hablar con el dueño (que también fue nuestro camarero) y conectó con Pedro rápidamente ya que un amigo suyo, de sus días en barco, era de Málaga. Acabamos nuestra comida con un trozo de tarta de piña y un café con leche cremoso, y antes de despedirnos, el dueño nos invitó a ver la parte de la tienda con sus tanques de mariscos vivos.
Aparte de la comida rica, Corcubión también es un sitio de interés histórico y artístico. Es un pequeño pueblo pesquero que llegó a tener mucho éxito en la Edad Media gracias al comercio con Venecia y otros puertos mediterráneos. Si tienes tiempo, no dudes en dar un paseo por el pueblo. Nosotros solo tuvimos tiempo de ver la zona del puerto, pero también puedes visitar la Iglesia Románica de San Marcos que fue construida en el siglo XII, el Palacio de los Condes de Altamira del siglo XV y la Casa Miñones de 1899 con su arquitectura gallega tradicional.
Cabo Finisterre
Si sigues la carretera un poco más allá de Ézaro y Corcubión, encontrarás el final de la Tierra. Bueno, evidentemente no es el final de la Tierra de verdad, pero ¡en el periodo de la Antigüedad Clásica pensaron que sí lo era! Aparcamos el coche tras lo que parecía ser un sinfín de autobuses y coches llenos de turistas con calor y ganas de sacarse la foto típica. Al principio me entró un poco de miedo de que este punto tan conocido se hubiera convertido en un sitio tan turístico que casi no valdría la pena. En cuanto a la parte de “lugar demasiado turístico” tenía razón. Había mucha gente vagueando en el calor de la tarde cerca de la tienda de regalos y la zona de los baños, mientras caminamos desde el coche hasta el cabo.
A pesar del comienzo algo menos ilusionante, seguimos nuestro camino hasta el cabo rocoso. La zona fue considerada un lugar mágico por los fenicios y vinieron aquí para rendir culto al sol. Menos mal que un poco de esa magia se ha quedado. No fue tan difícil como esperaba ignorar al mogollón mientras contemplábamos el azul del océano con Paula en brazos, las manos unidas y mirando el horizonte a través de la calina de esa tarde calurosa a principios de agosto. Me sentí bastante introspectiva mientras pensaba en los primeros peregrinos que realmente creían haber llegado hasta el final del mundo. ¡Qué emoción haber llegado a tocar el borde!
Muxía
Después de Finisterre tuvimos tiempo para una parada más en nuestro viaje por la Costa da Morte dirección A Coruña. A pesar de que Finisterre se conoce como “el final de la Tierra,” en realidad Muxía es el punto más occidental en España. Llegamos al pueblo de Muxía sobre las siete y media de la tarde justo cuando el sol empezaba a bajar y fuimos hasta la costa y el Santuario de Nosa Señora da Barca. El cielo morado estaba precioso y era un lugar deliciosamente tranquilo tras el mogollón en el Cabo Finisterre.
Ahora viene la parte en que tienes que tener un poco de fe (o por lo menos dejarte llevar con la historia.) La tierra fue un lugar sagrado para los celtas antes de que Galicia se convirtiera al cristianismo en el siglo XII así que había algo en este tramo de la costa. Según la iglesia católica, es donde la Virgen María recibió el barco de Santiago y le animó a predicar el cristianismo por Galicia. Cuando le cortaron la cabeza, dicen que el cuerpo de Santiago llegó a Muxía años después en un barco, antes de llevarlo a Santiago de Compostela (donde puedes visitar su tumba).
Nosotros solo tuvimos un día para recorrer la costa y si os soy sincera, ojalá hubiéramos tenido más tiempo para disfrutar de las playas preciosas y los deportes acuáticos de la zona, además de los bonitos paisajes que vimos mientras recorrimos las carreteras rurales con sus plantas siempre verdes, hórreos y vistas excepcionales. Si tienes más tiempo, recomendamos que paréis un poco más durante el camino.
Entre otros sitios algún día tendremos que volver para visitar Camariñas, las playas de Caión, Laxe y Razo, el Hórreo de Carnota (mide 35 metros y fue declarado monumento nacional) y el Museo do Alemán en el pueblo de Camelle. Por supuesto, nos encantaría escuchar vuestras sugerencias para nuestro próximo viaje, así que ¡no dudéis en comentárnoslo debajo!