Los Jardines Botánicos de Valencia te permiten salir del ruido de la ciudad para conectar con la naturaleza. Un paseo perfecto para la familia.
No sé si soy la única, pero durante el confinamiento por el Coronavirus, lo que más echaba de menos era la naturaleza. Veía cómo cambiaban las flores y las plantas en los paseos con el perro alrededor de la casa, pero no era lo mismo que en otras primaveras con paseos largos, escapadas para merendar en el campo, etc. Pues con eso en mente, uno de los primeros lugares que visité con Paula en Valencia fueron los Jardines Botánicos. Y sí, hemos hecho una mudanza en plena pandemia mundial…pero guardo esa historia para otra entrada en el blog.
Los Jardines Botánicos de Valencia es un lugar precioso. Se encuentra justo al lado del casco histórico y una vez dentro facilmente te olvidas que estás en mitad de una gran ciudad. Se describe como un museo vivo y creo que es la mejor descripción porque las plantas realmente son una obra de arte. Paula y yo fuimos una mañana entre semana y sólo nos costó 2,50 euros para las dos ya que ella es menor de 7 años. La verdad es que habría pagado más una vez sabido lo bonito que es el sitio.
Empezamos el recorrido y lo primero que mi hija encontró fue un gato. Sí, sí, un gato. Resulta que recogen gatos de la protectora de animales y plantas y les dejan libres en el jardín para que disfruten del entorno. De pequeña tuve una gata llamada Brownie que era marrón (le di su nombre con 8 años, por lo cual me tenéis que perdonar por la falta de creatividad). Pero sé lo mucho que disfrutaba la gata de los lugares soleados y con plantas para dormir sus siestas eternas. Me parece maravilloso unir estos dos proyectos.
También visitamos la zona de los nenúfares que tenía peces koi en el estanco a su alrededor. No me acuerdo de haber visto tantos nenúfares en ningún lugar y me transportó a un bosque tropical o alguno de los lugares de vacaciones de cuando era niña como Florida o las islas Bahama que visité cuando tenía 9 añitos. En fin, una maravilla y a Paula le encantó mirar a los peces. De hecho, allí nos encontramos con un grupo de niños en un programa educacional de verano merendando. Aprovechamos y Paula también tomó su merienda junto con los peces.
Dentro del jardín también hay un espacio para exposiciones (cuando fuimos había una serie de naturalezas muertas y de un bosque). Recomiendo mucho ir con una cámara de fotos (aunque no se puede hacer fotografia profesional sin permiso previo) y un libro o quizás un cuaderno. Hay bancos y muchos lugares en la sombra para descansar y disfrutar del ambiente. Incluso hay varios invernaderos donde se puede “huir” de una tormenta de lluvia – cosa que nos pasó en nuestra segunda visita a los jardines.
Si vas con niños pequeños y se cansan, es bueno saber que la entrada vale para todo el día y se puede salir y volver a entrar con la misma entrada. Y si todavía estáis dudando si este lugar tan bonito merece la pena, os cuento que además de todas las flores que véis en las fotos, tiene mucha historia.
El Jardín Botánico de la Universidad de Valencia fue fundado en el año 1567, entre otras cosas, para cultivar las plantas de la facultad de Medicina. Tuvo diferentes emplazamientos pero en el año 1802 ocupó su lugar definitivo al lado de las Torres de Quart. La Universidad utiliza sus jardínes sobretodo para las asignaturas de botánica y tienen programas y visitas guiadas para todas las edades.
Antes de vivir aquí, Pedro y yo habíamos visitado Valencia en varias ocasiones pero nunca habíamos conocido los Jardines Botánicos de Valencia. Seguramente no sea lo primero en la lista de cosas qué ver en Valencia ya que no es de esas “visitas turísticas clásicas”, pero sin duda recomiendo incluirlo y mucho. Si buscáis un sitio para descansar del ambiente urbano o si os gusta mucho pasear entre las flores y las plantas, lo “ruskomendamos” 100%.