El Mercado de San Antón ofrece sabor local, buen ambiente y energía, junto con rica y elaborada comida
La primera vez que fui al Mercado de San Antón en Madrid, me agobié. La segunda vez me encantó. Este mercado urbano, en el corazón del famoso barrio madrileño de Chueca (para mí es lo más parecido al Greenwich Village Neoyorquino), tiene tres pisos de puestos donde se venden verduras, hierbas, carnes, quesos, panes y pescados junto con comidas preparadas, tapas y una terraza en la planta de arriba con un restaurante para tomar copas. El ambiente en cada planta es distinto, pero todo funciona en armonía para crear una experiencia única que te dejará buscando una razón para volver.
Primero os quiero dar un poco de historia sobre el mercado en sí. Existió en una forma menos refinada y lleva en el mismo sitio desde el siglo XIX. Al principio, los puestos eran nada más que cajas de madera y el mercado tomó su nombre de la parroquia del barrio de San Antón. Durante los años de la Guerra Civil Española, el mercado seguía operativo pero el edificio actual no sería construido hasta 1945. Y no fue hasta principios del siglo XX cuando la Asociación de Comercio del Mercado de San Antón decidió renovar el mercado y modernizarlo bajo las demandas de los vecinos del barrio. Y en mayo 2011 el nuevo y renacido Mercado de San Antón abrió sus puertas con restaurantes, bares, terrazas y espacios de exposición.
Como mencioné antes, el mercado tiene tres plantas, y la primera está llena de puestos de frutas, verduras frescas y carnes, junto con algunos puestos de comida preparada. Me quedé impresionada por la calidad de las verduras y la variedad de productos a la venta. Cuando vivía en Nueva York, me encantaba ir al mercado al aire libre de Union Square para comprar hierbas frescas y verduras locales. El Mercado de San Antón no es del aire libre, pero nos da la oportunidad de comprar productos de calidad en un lugar que no sea el supermercado de cadena del barrio.
Según subes las escaleras automáticas del mercado no olvides disfrutar de las vistas. Las plantas están abiertas en el centro, así que puedes ver las tres plantas con el mercado, los restaurantes de tapas, y la terraza de arriba,todo a la vez. Me sentí como parte de un cuadro de Edward Hopper en un ambiente sumamente urbano mientras subía a la segunda planta. Sin duda, el mercado vibra con luz, sonido, color y energía.
La primeravez que visité el Mercado de San Antón, fue la hora de comer de un día festivo de España. Eso quiere decir que el mercado estaba tan lleno que no se podían ver los mostradores con las tapas preparadas. Ese día fui con mi amiga a un restaurante que hay en la esquina del mercado para tomar una caña y disfrutar de la vista en una de las ventanas grandes del mercado. En la segunda visita, no había tanta gente, así que pudimos echar un vistazo para ver las deliciosas comidas que nos ofrecía el mercado.
Mientras tomamos un vaso de vino tinto de un puesto, buscamos algo para picar también. Os advierto que la relación entre cantidad y precio sale un poco caro. Pero nosotros fuimos listos y elegimos un pincho de tortilla de patatas y una empanada de berenjena y tomate. Tomamos las tapas y saboreamos el vino sentados en unos taburetes en la barra que rodea toda la segunda planta.
En la tercera planta encontrarás la terraza, un sitio perfecto para tomar algo a la puesta del sol en una calurosa nochemadrileña. También os sugiero que guardes hueco para algo dulce porque en la segunda planta hay un puesto que vende magdalenas americanas. Están muy ricas, no hace falta decir más.
Ruskomendamos una visita al Mercado de San Antón con 5 boquerones por su sabor local, buen ambiente y energía, junto con las ricas comidas que se puede encontrar para picar junto con algo de beber. Es un buen sitio para quedar con los amigos, celebrar que por fin ha llegado el fin de semana, o coger algo rápido para comer. Es, sin duda, el tipo de mercado que merece una visita aunque no estés buscando nada en concreto. Seguro que no saldrás con las manos vacías.