Qué ver en Brujas, una ciudad que parece sacada de un cuento y que está muy cerca de Bruselas en tren. Sus plazas, canales y rincones son únicos.
En nuestra última visita a Bruselas, además de disfrutar de esta magnífica ciudad, decidimos acercarnos a Brujas y Gante, para ver las maravillas que encierran estos dos enclaves belgas. Aunque en este artículo nos centramos únicamente en qué ver en Brujas, cabe decir que lo tienen bien estudiado en Bruselas y es bastante fácil desplazarse a ambas ciudades.
En nuestro caso nos acercamos a la estación “Gare du midi” y preguntamos en taquilla cuál era la mejor opción. Existe un billete que te permite ir a Brujas y Gante, en el orden que quieras (eso sí, una vez te bajas en una de las ciudades no puedes volver con ese billete). Nuestra elección fue Bruselas a Brujas, de Brujas a Gante y de Gante de nuevo a Bruselas.
Salimos de la estación de Brujas y nada más ver la calle (además nos pilló un día de sol impresionante) te dejas embriagar por el aroma de una ciudad de cuento mimada en cada rincón para ofrecer paisajes pintorescos. Hay dos cosas que llaman la atención de primera mano. La primera es que te das cuenta que ya no estás en territorio francófono y que llegarás más lejos utilizando el inglés (un idioma que hablan a la perfección todos y que prefieren al francés). La segunda es la conciencia social por el medio ambiente, la limpieza y la utilización de la bicicleta como medio de transporte imprescindible.
Cruzamos el puente obteniendo unas preciosas vistas de uno de los múltiples canales que bordean la ciudad y dejamos a la izquierda el parque Koning Albert I, donde volveríamos más tarde. Una vez empezamos a andar por sus calles, empezamos a percibir su autenticidad conservada durante siglos. Nuestra primera visita iba a ser la Iglesia de Nuestra Señora (Onze-Lieve-Vrouwekerk), segundo edificio de ladrillo más alto del mundo. Es una iglesia llena de riqueza cultural y arquitectónica, encontrándose la famosa escultura de la “Madonna y el niño” de Miguel Ángel. Asimismo encontraremos impresionantes pinturas y otras figuras de gran valor.
Cerca de esta iglesia y mientras descubrimos impresionantes estilos en las casas y calles de la ciudad, llegamos a la Catedral de San Salvador (Sint-Salvatorskathedraal). Una catedral que ha sufrido numerosos cambios adquiriendo tintes de diferentes estilos (romano, gótico, neogótico y gótico-florido). Dentro de la misma también se encuentran numerosas obras de arte y merece la pena entrar a verla.
Seguimos paseando y hacia el sur se encuentra un lugar peculiar como es el Beguinaje Ten Wijngaerde (Begijnhof Ten Wijngaerde). Se trata de un gran jardín, muy cuidado y con hermosas flores, que está rodeado de numerosas casas blancas y un monasterio. Antiguamente se trataba de un convento de clausura para beguinas (mujeres religiosas que vivían juntas). Dentro había que guardar un riguroso silencio y podías ver a las monjas llevando su vida entre tanto turista. Me llamó la atención una de las monjas que salía a hacer algo, cogiendo su bicicleta para irse.
Una de las cosas sin duda que ver en Brujas son sus canales y vegetación extensa. Realmente merece la pena acercarse a alguno de los parques cercanos al canal para descansar un rato y relajarse entre la naturaleza. A pesar de la cantidad de turismo que posee la ciudad, en ningún momento sientes un ambiente de agobio o ruido, o al menos fue la sensación que nos dio. Una de las actividades que no nos queríamos perder era la de pasear por sus canales en barca, por lo que buscamos uno de los locales que ofrece tal actividad y esperamos para ello.
Seguramente sea lo menos original y más turístico que ver en Brujas, pero desde luego el paseo en barca por el canal fue una experiencia que mereció la pena. Es una manera diferente de recorrer la ciudad y verla desde otra perspectiva, al mismo tiempo que aprendes de la historia de Brujas. Las casas y hoteles que podremos ver son verdaderamente originales y nos contaban que es común desplazarse de una ciudad a otra a través de dichos canales.
Tras bajarnos de la barca y haber conocido a unos ingleses muy simpáticos, nos dirigimos al pleno corazón de Brujas donde se encuentra la Plaza Mayor (Grote Markt). En ella destaca el Campanario (Belfort) al que intentamos subir para obtener unas fantásticas vistas de la ciudad, pero que desistimos tras observar la larga cola. Servía de centro administrativo y de torre de vigilancia. También está el Mercado Cubierto (Hallen), donde se vendía lana y paños, así como las estatuas de de Jan Breydel y Pieter De Koninck, héroes locales de la Batalla de las espuelas de oro de 1302.
Cerca de la Plaza Mayor se encuentra la Plaza de Burg (Burg) que nos pareció impresionante por los edificios y las tallas que se pueden observar en sus fachadas. Coincidió que ese día había una orquesta de música tocando temas como el “Gonna Fly Now” de “Rocky”. En esta plaza podremos ver el Ayuntamiento (Stadhuis van Brugge) de estilo gótico-florido y que es uno de los más viejos de los Países Bajos. La Basílica de la Santa Sangre, una basílica renacentista y un antiguo palacio, todos ellos de una belleza increíble, completan la riqueza de esta plaza.
Llega el final de nuestra ruta, no sin antes disfrutar de una buena comida en la Plaza Mayor, que aunque teníamos otras opciones nos decantamos por observar su belleza mientras comíamos. El restaurante elegido fue La Civiere d’Or eligiendo el menú del día con un estofado con salsa de manzana y cereza buenísimo. Para finalizar y antes de partir a Gante tomamos una siesta en el Koning Albert I Park, poniendo fin a una visita a una ciudad dibujada para un cuento.
Nunca he ido pero parece muy romántico. Sobre todo por las noches, ¿verdad?
Una ciudad de cuento. Dar un paseo por las noches por sus calles con iluminación tenue tiene mucho encanto.