Milán nos sorprendió. Además de la moda, disfrutamos de su arquitectura, el arte y la gastronomía. Una ciudad que merece la pena visitar con tiempo.
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Moda a la última en cada esquina, arte en los edificios y sus museos, actividad comercial y financiera que te llena de energía, gastronomía para los más selectos paladares … hablo de Milán, una de las ciudades europeas que más me ha cautivado últimamente. En un viaje que realmente iba destinado a visitar Bérgamo, quisimos tomarnos dos días más para poder conocer los entresijos de la capital Lombarda. Dos días maravillosos que me hicieron enamorarme de esta ciudad del norte. Y es que a pesar de que la gente diga que un día sobra para conocer esta ciudad, a nosotros se nos hizo corto ya que hay mucho qué hacer y qué ver en Milán.
Visitando el centro de Milán
Hablar de esta ciudad italiana sin comenzar paseando por sus calles del centro es casi no haber visitado Milán. Tal y como entramos en la Piazza del Duomo nos quedamos ensimismados ante tanta belleza. En cada dirección que uno mirase, allí había algo que queríamos visitar. Lógicamente empezamos visitando el Duomo, una de las catedrales góticas más grandes de Europa. Si exteriormente impresiona, por dentro no se queda corta. Si podéis, además de entrar, comprad la entrada que incluye la subida a la terraza. Las vistas son impresionantes y se puede contemplar mucho mejor la arquitectura y los detalles de la catedral.
Cuando terminamos la visita al Duomo (con menos tiempo del que nos hubiera gustado) nos fuimos a pasear por la Galleria Vittorio Emanuele II que se encuentran justo al lado. Entrar aquí es desdoblar el cerebro para decidir entre dejarse llevar por las tiendas con la última moda de Milán o asombrarse ante la impresionante arquitectura de las galerías; los suelos, los techos, los mosaicos, los detalles e incluso las tiendas por dentro transmiten detalles de ese toque de la Milán más señorial. Al otro lado de las galerías uno llega a la Piazza della Scala, otro rincón para detenerse.
En esta plaza se encuentran el Palacio Marino (Palazzo Marino) y el Teatro Alla Scala. A este último intentamos entrar pero ya llegamos tarde; una excusa perfecta para volver y, no solo entrar, si no también aprovechar y disfrutar de la ópera y su acústica. Pero el centro no es solo visitar estas atracciones, es pasear por las calles, es tomarse un aperitivo viendo a la gente pasear y en muchas ocasiones, saber disfrutar del encanto de los cielos grises y los días lluviosos.
Si tenéis tiempo de sobra en la ciudad, no dejés de visitar el Palazzo Reale y el Arengario junto al Duomo, la Iglesia de Santa Maria del Carmine, el Palazzo di Brera o la Pinacoteca. Sencillamente, el centro histórico de la ciudad, ya da para una sola visita.
Saliendo del centro de Milán
Cuando anteriormente hablaba del centro de Milán, lógicamente me refería a la parte más histórica donde antiguamente rodeaban las murallas. Pero por supuesto ahí no acaba la ciudad y, sin todavía hablar de los barrios a las afueras de la ciudad, existen partes muy interesantes rodeando al casco histórico. Además de la multitud de iglesias como Santa Maria delle Grazie o la Basílica de Sant’Ambrogio y edificios con preciosas arquitecturas, nosotros visitamos dos zonas concretas.
La primera de ellas nos llevó en metro hasta Garibaldi. Aquí se encuentra el Cementerio Municipal, uno de los sitios en Milán que más me han impresionado. El cementerio es un auténtico museo al aire libre. Su entrada es totalmente gratuita y hay infinidad de estatuas y esculturas con tallados impresionantes. En esta ocasión el que estuviéramos solos y el día estuviera gris con lluvia añadió más autenticidad si cabe a la experiencia. Nunca me habría podido imaginar semejantes panteones, algunos de ellos del tamaño de casas.
La segunda es la más romántica de todas y es una de esas transformaciones que nos gustan en las ciudades. En la zona de Porta Genova, gracias a los preciosos canales, han conseguido revivir la zona con bares, restaurantes y preciosas estampas a la luz de la luna. Es una zona donde los milaneses salen a comer o tomarse unas copas, y ese espíritu estaba allí presente. Además han instalado un mercado ecológico (Mercato Metropolitano) donde se puede comprar comida, comer o asistir a conciertos o actividades. ¡Uno de esos rincones con encanto que tanto nos gusta encontrar!
Si os queda tiempo, la estación de trenes es otra maravilla. Nosotros tuvimos la suerte de que después de visitar Milán, debíamos coger un tren hasta Bérgamo. Eso nos permitió explorar esta histórica estación y, al igual que ocurre en Grand Central en Nueva York, aunque no tengas que coger el tren, merece la pena verla.
Una escapada a las afueras de Milán
Los que mejor nos conocéis y nos lleváis leyendo más tiempo, sabéis que a nosotros nos encanta explorar las ciudades y encontrar aquellos rincones alternativos y diferentes que le puedan dar un toque de autenticidad local a la visita. En esta ocasión, de Milán os traemos dos rincones que, aunque alejados del centro, están en zonas seguras y perfectamente accesibles por metro. El primer rincón ya ha salido en el blog y es la Fondazione Prada, una auténtica joya del arte contemporáneo encerrada en una antigua zona industrial.
El segundo rincón quizá no os parezca tan necesario o auténtico, pero cumplía uno de mis sueños desde pequeño. No se sabe cómo, cuando yo era acérrimo seguidor del Real Madrid de pequeño tuve la suerte de ver la final de la Copa de Europa donde el Barcelona perdió 0-4 contra el Milán. Aquello marcó un momento en mi niñez y me aficioné al A.C. Milán. Desde entonces, cuando me preguntaban de qué equipo era, yo siempre respondía del Málaga y del Milán, ¿pero entre Madrid y Barsa? Yo respondía Milán.
Así que como comprenderéis, visitar esta ciudad no podía acabar sin disfrutar del estadio de fútbol de San Siro. Cuando llegamos a la puerta y vimos el precio, pensé que era muy caro, pero la niñez insensata me invadió por dentro y, sumado a que Abby me animó a no perderme la oportunidad, no me pude resistir a entrar. Lo tengo que reconocer, disfruté muchísimo. El estadio en sí mismo no es ninguna maravilla y la zona es lo más industrial e insulso que podáis ver en la ciudad, pero si sois aficionados al fútbol, éste es un templo.
De compras por Milán
No os voy a mentir, me fui de Milán sin comprarme ropa. Pero no por ello voy a dejar de reconocer que si hay algún sitio para inspirarse y comprar, sobre todo ropa, éste es Milán. Los escaparates son auténticos museos exhibiendo trajes perfectos y ropa diseñada al detalle. Por supuesto el Corso Vittorio Emanuele II y la zona del centro histórico serían la referencia, ya que además de comprar puedes disfrutar de la arquitectura que rodea. Sin embargo, también hay otras zonas como Corso Buenos Aires o Corso Di Porta Ticinese, el Quadrilatero della Moda o las Vias Torino, Paolo Sarpi, Savona, Tortona o Bergognone, donde los amantes de la moda tienen una cita.
Disfrutando la gastronomía de Milán
Milán también es una ciudad para disfrutar a tope con su gastronomía. Desde sus aperitivos pasando por contundentes platos y postres, la cocina milanesa está llena de sorpresas. En nuestro artículo sobre el tour gastronómico en Milán del que disfrutamos, os contamos con más detalle sobre nuestras aventuras culinarias en la ciudad.
De los restaurantes que probamos hubo dos que nos llamaron la atención. El primero de ellos realmente presume de la cocina de Parma. Su nombre es Salsamentaria di Parma (Via S. Pietro All’Orto, 9) e incluso ha llegado hasta París. Aquí fue la primera vez que probamos el vino en un tazón, sí sí, ¡en un tazón! Además su comida es espectacular y el ambiente maravilloso, lo recomendamos sin duda. Por otro lado nos desplazamos hasta un poco más a las afueras para conocer el Mercato Metropolitano, un concepto que intenta rescatar la vida de una zona abandonada permitiendo a los comerciantes locales traer productos de la granja y sorprender con recetas de nueva creación.
Dónde alojarse en Milán
A decir verdad, nosotros buscamos el alojamiento en las afueras de la ciudad, concretamente en San Siro. La razón era porque se celebraba la Expo y, si ya de por sí los precios son altos en cualquier temporada, en ésta más si cabe. La zona está bien comunicada, y según qué partes, las hay más residenciales pudiendo abaratar costes en el viaje. Nosotros tardábamos al centro en metro unos 20 minutos.
De todas formas aquí podéis revisar todas las opciones de alojamiento en la ciudad de Milán.
Milán, una de las ciudades más impresionantes de europa… muy parecida a París en según que aspectos, y muy italiana en otros, yo la visité de casualidad cuando iba a Suiza y fué lo que más e gustó. Sin duda volveré!
Milán es una ciudad que tiene tantos encantos y tantas cosas por descubrir. Sobre todo me encanta el ambiente de sus calles siempre animadas.